Un hombre guapo, elegante, romántico, tierno, encantador. Así lo definían sus amigos, sus novias y los que lo conocían, posiblemente todo lo contrario que pensasen las jóvenes a las que asesinó. El reinado de terror de Bundy asoló a los Estados Unidos de 1974 a 1978. Se calcula que hubo unas 35 víctimas. Nadie sabe a ciencia cierta a cuántas mujeres mató, pero la cifra puede bien ser superior a 50, la verdad se ha ido a la tumba con él.

Primeros años
Theodore Robert Cowell nació el 24 de Noviembre de 1946. Su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de la fuerza aérea cuya identidad permaneció desconocida para Bundy durante toda su vida. Tras el nacimiento de Ted, Louise se va a vivir con sus padres, rechazado durante los primeros años de su vida por ser hijo ilegítimo y para proteger a la joven mujer de las criticas de la sociedad conservadora en contra de las madres solteras, Ted pasa gran parte de su niñez creyendo que sus abuelos eran sus padres y que su madre biológica era su hermana mayor, engaño que marcaría de por vida a Bundy.
Cuando Ted tiene 4 años, se trasladó junto a su madre a Tacoma, Washington, a vivir con otros parientes. Allí su madre se casaría un año después con Johnnie Culpepper Bundy, cocinero de profesión. De ese modo Ted asume el apellido Bundy que conservaría toda la vida. El nuevo matrimonio fructificó con 4 hermanos más para Bundy y a pesar de que Johnnie trataba de formar un lazo afectivo de padre a hijo con Ted incluyéndolo en todas las actividades familiares, este no se pudo solidificar nunca.
Conforme pasaba el tiempo Ted se sentía más incómodo de la situación. En la adolescencia su carácter era tímido e infantil y con tendencia a la soledad, era incapaz de entender las relaciones interpersonales. No tenía sentido natural para desarrollar amistades y empieza a adoptar un cruel comportamiento hacia todo lo que le rodea. Aún con todo, estuvo presente en la actividad social de la escuela. Durante secundaria fue detenido un par de veces por sospechas de robos, entre ellos, de automóviles, para poder alardear del estilo de la clase media-alta que tan desesperadamente codiciaba.
Fue a clases a la universidad de Washington y a la Puget Sound y era aplicado en sus estudios y grados. Es en la primavera de 1967 que entabla la relación amorosa con una chica que cambiaría su vida entera. La muchacha, Stephanie Brooks, era el sueño hecho realidad que Bundy había imaginado toda su vida; inteligente, hermosa, sofisticada y de buena familia. En 1969 año que se gradúa la muchacha decide terminar la relación con Bundy puesto que veía enormes huecos en su personalidad, principalmente la falta de dirección y objetivos claros en su vida. Ted nunca se recuperaría aquella muchacha se convirtió en toda una obsesión e intentaría seguir en contacto con ella escribiéndole cartas, aunque ella no cambiaba de decisión, por el momento.
Bundy, devastado por la ruptura, abandonó la universidad en 1968. Eligió Arkansas y Filadelphia, donde fue acogido por familiares. Un nuevo Ted, ambicioso y más centrado consiguió entrar nuevamente a la Universidad de Washington y comenzó a estudiar Psicología, en donde sobresalió. Bundy se convirtió en un excelente alumno y era muy apreciado por sus profesores. Fue entonces cuando conoció a Elizabeth Kendall (un pseudónimo), una mujer con la que estuvo involucrado por casi cinco años. Elizabeth trabajaba como secretaria y era una mujer tímida y callada. Era una divorciada que parecía haber encontrado en Ted Bundy la perfecta figura paterna para su hija. Elizabeth estaba profundamente enamorada de Ted y deseaba casarse con él. Sin embargo, Ted Decía que no estaba preparado para el matrimonio ya que le faltaban muchas cosas por lograr.
La vida de Ted Bundy entre 1969 y 1972 pareció cambiar para bien. Era más confiado y tenía altas expectativas para el futuro. Comenzó a enviar solicitudes a varias escuelas de leyes mientras que al mismo tiempo se volvió muy activo en la política. Trabajó en la campaña para la reelección del gobernador de Washington, una actividad que le permitió a Ted crear lazos con poderosos personajes políticos del Partido Republicano. Ted también trabajó como voluntario en una clínica telefónica de crisis como estudiante. En un viaje de trabajo a California en 1973, se reencontró con su antigua novia. Al verlo quedó impresionada por el enorme cambio experimentado por Bundy, y el tema del matrimonio salió a flote en varios de los encuentros amorosos que ambos sostuvieron en el verano e invierno mientras Ted aún salía con Kendall. Ante estos cortejos, la chica volvió a enamorarse de Bundy, pero él repentinamente terminó la relación. Su plan de venganza había funcionado. Él la rechazó como ella lo hizo alguna vez. Jamás volvieron a verse.

Una era de Terror
El 4 de Enero de 1974 Bundy entra al cuarto de Joni Lenz de 18 años estudiante de universidad y la golpea con una palanca metálica inclusive remueve una pieza de la cama de la víctima y la agrede sexualmente con ella. Al día siguiente la mujer es encontrada en un charco de su propia sangre. Sobrevive pero con daño cerebral permanente. La siguiente fue Lynda Ann Healy de 21 años, era el producto de una buena familia y de un ambiente de clase media-alta. Estaba en los últimos años de la Universidad de Washington donde estudiaba Psicología. El 31 de Enero de 1974 Bundy logró colarse a su dormitorio y la golpeo dejándola inconciente. La vistió con unos jeans y una playera para luego envolverla en una sabana. Sus restos decapitados fueron hallados un año después en las montañas cercanas. La noche de su desaparición sus vecinos de cuarto nada pudieron escuchar así que nadie notó la ausencia de la muchacha hasta el día siguiente que sonó el despertador y el teléfono. Finalmente los padres se preocuparon ante la ausencia de Lynda pero la policía no fue capaz de establecer que algún grave crimen hubiera sido cometido así que no se tomaron mayores muestras ni estudios del escenario del crimen.
Lynda Ann Healy. |
Durante aquella primavera y verano, más estudiantes comenzaron a desaparecer misteriosamente. Había algunas similitudes extrañas entre los casos. Todas las chicas poseían características comunes; eran blancas, delgadas, solteras y vestían pantalones al momento de la desaparición. El cabello era largo, peinado con la raya en medio y todas habían desaparecido por la noche. Otro detalle era que cuando la policía interrogó posteriormente a los estudiantes, estos informaron de un extraño hombre que usaba un aparato de yeso en uno de sus brazos o piernas. Al parecer, el hombre batallaba para cargar sus libros, y les pedía a las estudiantes que le ayudaran. Otros testigos reportaron que el hombre había sido visto en el estacionamiento, también usando un yeso, y pedía que le echaran una mano con su automóvil, un Volkswagen sedán el cual, aparentemente, no podía hacer que arrancara. El tiempo y ubicación de dicho hombre coincidía perfectamente con los lugares donde se habían producido las desapariciones.
Presumiblemente, utilizando la misma treta, engaño a la estudiante de biología Susan Rancourt quién acababa de salir de una reunión de futuros consejeros del Colegio Mayor y se dirigía a su habitación. Le aplastó el cráneo con un objeto contundente, luego la secuestró, violó y asesinó, arrojando finalmente su cuerpo junto al de Lynda Healy, en una pendiente arbolada. Susan Rancourt era la tercera mujer que atacaba.
Menos de tres semanas después, el 6 de mayo de 1974, volvía a matar. Roberta Kathleen Parks, estudiante de Historia de las Religiones en la Oregon State University de Corvallis, salía de su colegio mayor para tomar un café con unos amigos en el Edificio del Sindicato de Estudiantes. La abordó mientras ella recorría esta corta distancia y luego la secuestró, violó y asesinó. Bundy había hecho 260 millas para llegar a Corvallis, según dijo a Michaud y Aynesworth, “con el fin de cometer un crimen que no asociaran con sus otros crímenes”.
El 1 de junio de 1974, de madrugada, recogió a Brenda Ball, de veintidós años, en la puerta de un bar de un barrio obrero de Seattle mientras hacía autostop, la llevó a su apartamento y la retuvo allí. Mientras las joven yacía inconsciente por el alcohol, la estranguló. Guardó el cadáver en su apartamento varios días, mudándola de la cama al armario y viceversa. Hay pruebas de que Bundy maquilló de nuevo el cadáver y le lavó el cabello mientras lo retuvo en el apartamento.
Menos de dos semanas después, la noche del 11 de junio de 1974, volvió al campus de la universidad de Washington, Seattle, para raptar a la antigua animadora Georgeann Hawkings mientras recorría los pocos metros que separaban el colegio mayor de su novio del suyo propio. Ésta sería su sexta violación con asesinato conocida. Cuando desapareció Georgeann, varias estudiantes dijeron haber visto por la zona a un hombre con una pierna escayolada y con muletas.
Menos de dos semanas después, la noche del 11 de junio de 1974, volvió al campus de la universidad de Washington, Seattle, para raptar a la antigua animadora Georgeann Hawkings mientras recorría los pocos metros que separaban el colegio mayor de su novio del suyo propio. Ésta sería su sexta violación con asesinato conocida. Cuando desapareció Georgeann, varias estudiantes dijeron haber visto por la zona a un hombre con una pierna escayolada y con muletas.
Georgeann Hawkins | Brenda Ball |
El 12 de marzo de 1974 convenció a la estudiante de diecinueve años, Donna Gail Manson, para que se subiera a su coche mientras ella recorría a pie la corta distancia que separaba su colegio mayor del Evergreen State College, en Olympia, Washington, donde iba a celebrarse un concierto de jazz. Su cadáver nunca fue recuperado. En Agosto de 1974 en el parque del lago Sammamish, fueron hallados los restos de dos muchachas desaparecidas en Julio pasado. Fue notable el hecho de que fueran identificadas las victimas por la escasez de pistas: mechones de cabello de diferentes colores, una quijada, dos cráneos y cinco huesos de pierna fue todo lo rescatado del parque. Se concluyó que dichos restos pertenecieron a Janice Ott y Denise Naslund, ambas desaparecidas a plena luz del día el 14 de Julio.
Donna Gail Manson | Denise Naslund | Janice Ott |
Diecinueve días después, el 2 de agosto de 1974, raptó a Carol Valenzuela, de veinte años, en el centro de Vancouver, Washington. Cuando hubo terminado con ella, la estranguló y arrojó su cadáver a otro de sus cementerios, junto a la frontera con Oregón. La décima víctima, también una mujer joven, no fue identificada nunca, pero su cadáver fue encontrado cerca del de Valenzuela.
La población de Washington respiró aliviada en septiembre y octubre, meses durante los cuales no se denunciaron nuevas desapariciones, y la policía empezó a especular que el asesino podría haber abandonado el estado. Era cierto, se había mudado a Salt Lake City para matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Utah. Esperó hasta el 2 de octubre de 1974 para cometer su primer asesinato confirmado en Utah, Nancy Wilcox, de dieciséis años, que era animadora en su instituto. Louis Smith, el Jefe de la Policía de Midvale, vio sus peores temores volverse realidad el 18 de Octubre de 1974 cuando su hija Melissa desapareció. Fue hallada 9 días después: Violada, sodomizada y estrangulada con uno de sus propios calcetines, su cadáver fue abandonado desnudo junto a la carretera, con la vagina llena de excremento y rastrojos. Semanas después de Halloween, Laura Aime, de 17 años, desapareció. Fue hallada el día de Acción de Gracias en las montañas Wasatch, muerta en las cercanías de un río. De la autopsia se deduce que siguió su modo de proceder habitual: le rompió la mandíbula y le fracturó el cráneo con un instrumento contundente. Fue estrangulada con su propio calcetín, violándola anal y vaginalmente estando ya muerta.

Similitudes
Las similitudes con los asesinatos cometidos en el estado de Washington llamaron la atención de la policía de Utah, quienes buscaban frenéticamente al hombre responsable de los horrendos crímenes. Con cada asesinato, la evidencia se acumulaba. Casi todos estuvieron de acuerdo en que, al parecer, se tratara del mismo hombre el que había cometido los asesinatos en ambos estados. Gracias a los relatos de los testigos acerca del hombre del yeso, fueron capaces de hace un retrato hablado del hombre que se hacía llamar “Ted”. Bundy contaba con una ventaja sobre la policía y era que su aspecto podía cambiar enormemente con solo ajustar el estilo de peinado y por dejarse o rasurarse la barba. Sus rasgos físicos lo hacían un hombre bien parecido pero que no llamaba demasiado la atención por lo que era muy difícil seguirle la pista.
Gracias al retrato hablado sobre el asesino, una amiga cercana de Elizabeth Kendall identifica al probable asesino como Ted Bundy. Kendall se llegó a convencer de que su novio podía ser el asesino pues muchas claves apuntaban directamente hacia el. El parecido de Ted con el retrato de la policía, el hecho de que manejaba un VW sedan como el asesino y que había visto en su departamento muletas a pesar de que el no se había lastimado nunca. Dada la situación, llamó de manera anónima en varias oportunidades a la policía sugiriendo que su actual novio pudiera tener algo que ver en las muertes. La policía desechó esa pista.
Fue el 8 de noviembre de 1974 cuando los investigadores hicieron un avance importante en el caso. Ese viernes por la noche, un extraño pero apuesto hombre se acercó a la adolescente Carol DaRonch en una librería de Utah. El hombre le dijo a la mujer que acababa de ver a alguien que trataba de abrir su auto y le ofreció acompañarla al estacionamiento para verificar si habían robado algo. El hombre, quien se identificó a sí mismo como el oficial Roseland, quería escoltarla a la estación de policía para que identificara al suspuesto criminal y levantara una denuncia. Manejó rápidamente en dirección opuesta a la estación de policía y tras un rato, detuvo intempestivamente al auto. Carol DaRonch comenzó a tener miedo. El supuesto oficial de policía la agarró y trató de esposarla. DaRonch gritó tan fuerte como pudo. Cuando hizo esto, el hombre sacó una pistola y la amenazó con matarla si no se detenía. DaRonch se vio empujada fuera del auto y el hombre se acercó a ella con una llave de cruz en la mano. Estaba listo para golpearla en la cabeza. Aterrorizada, le dio una patada en los genitales y se las arregló para liberarse. DaRonch corrió hacia la carretera y llamó la atención de una pareja que pasaba en su auto por ahí. Se detuvieron y DaRonch saltó al interior del auto. Lloraba histéricamente y les contó que un hombre había intentado matarla. Ellos la llevaron inmediatamente a la policía.
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Carol DaRonch |
Aquella misma tarde, la directora de una obra de teatro en la High School de Viewmont fue abordada por un apuesto hombre quien le pidió su ayuda para identificar un auto. Ella estaba demasiado ocupada y se negó a ayudar al hombre. Pese a la insistencia ella lo ignoró y siguió trabajando. Pero ese no fue el único intento que Bundy efectuaría ese día, Debby Kent, quien veía la obra en la noche con sus padres, dejó el lugar temprano para recoger a su hermano en un salón de bolos. Les dijo a sus padres que estaría ahí para recogerlos en unos minutos, pero nunca regresó. De hecho, ella nunca llegó a su automóvil, el cual permaneció en el estacionamiento de la escuela. Debby Kent había desaparecido.
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Debbie Kent |
El 12 de enero de 1975, Caryn Campbell, su novio el Dr. Raymond Gadowski y sus dos hijos hicieron un viaje a Colorado. Carol esperaba disfrutar de unos días lejos del trabajo y pasar más tiempo con sus hijos, mientras que su novio asistía a una conferencia. Mientras ella descansaba en las instalaciones del hotel con Gadowski y su hijo e hija una noche, recordó que había olvidado su revista y regresó a la habitación por ella. Su novio y los niños la esperaron, pero fue en vano. Caryn había desaparecido. Casi un mes después y unas millas de donde había desaparecido, un trabajador encontró el cuerpo desnudo de Caryn tendido a corta distancia del camino. Los animales habían destrozado el cuerpo, lo que hizo difícil determinar la causa precisa de la muerte. Sin embargo, era evidente que el asesino le había provocado fracturas que pudieron haber sido fatales.
Unos pocos meses después de que el cuerpo de Caryn fuera encontrado, los restos de otra persona aparecieron a una diez millas de donde habían sido hallados los cuerpos de Naslund y Ott. Se trataba de Brenda Ball, una de las siete mujeres que había desaparecido aquel verano. La causa de su muerte eran golpes en la cabeza con un objeto romo. La policía buscó en las Montañas Taylor donde los cuerpos fueron hallados. Un par de días después fue descubierto otro cuerpo. Era el de Susan Rancourt, quien desapareció al principio de aquel verano. Las Montañas Taylor se habían convertido en el cementerio personal de un lunático llamado “Ted”. Dos cuerpos más fueron hallado aquel mes. Uno de ellos era Lynda Ann Healy. Todas las víctimas tenían severas contusiones provocadas por un objeto que bien podía ser una llave de cruz. La policía siguió buscando infructuosamente al asesino. Cinco mujeres más fueron halladas muertas bajo similares circunstancias.
El 15 de marzo de 1975, desaparece la joven instructora de esquí Julie Cunningham. Su cadáver nunca fue recuperado. El 6 de abril de 1975, raptó a Denise Oliverson, de veinticinco años de edad, mientras salía en bicicleta de casa de su novio.

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Julie Cunningham | Denise Oliverson |

Bajo sospecha
El 16 de agosto de 1975, el sargento Bob Hayward estaba patrullando un área a las afueras del condado de Salt Lake cuando vieron pasar un vehículo Volkswagen. Él conocía bien el vecindario y a casi todos sus residentes y no podía recordar que hubiera un auto como aquél en las inmediaciones. Cuando encendió las luces de la patrulla para echar un ojo a la placa del vehículo, el conductor del VW apagó las suyas y aumentó la velocidad. Inmediatemente, el sargento Hayward comenzó a perseguir el vehículo. El auto se pasó dos señales de alto hasta que eventualmente se paró cerca de una estación de gasolina. El sargento se acercó al conductor y le pidió que saliera del vehículo. Le pidió sus papeles, que lo identificaban como Theodore Robert Bundy. Dos oficiales más se unieron a Hayward y éste notó que el auto no tenía el asiento del acompañante. Los tres oficiales inspeccionaron el Volkswagen y hallaron una llave de cruz, una máscara de esquí, cuerdas, esposas, alambre y un picahielo. Bundy fue puesto bajo arresto.
Poco después del arresto de Bundy, la policía comenzó a encontrar conexiones entre él y el hombre que atacó a Carol Da Ronch. Las esposas que se hallaron en carro de Bundy eran de la misma marca que el atacante de Carol había usado y el auto era similar al que ella describiera. Además, la llave de cruz encontrada en el auto de Bundy era parecida a la que el asesino había usado para amenazarla en noviembre. Sospechaban que Bundy era el hombre responsable del secuestro de Melissa Smith, Laura Aime y Debby Kent. Había demasiadas similitudes entre los casos para que la policía las ignorara. Sin embargo, sabían que necesitaban más evidencia para armar un caso en contra de Bundy.
El 2 de Octubre de 1975, Carol DaRonch junto con la directora de la obra de teatro en la escuela Viewmont High y un amigo de Debby Kent fueron a identificar a Ted, quien se encontraba en una hilera de siete hombres en la estación de policía de Utah. A la policía no le sorprendió cuando Carol señaló a Ted como el hombre que la había atacado. La directora y el amigo de Debby también señalaron a Ted como el hombre que había estado merodeando por el lugar el día que Debby desapareció. A pesar de que Ted se declaró inocente, la policía estaba casi segura de que finalmente tenían a su hombre. Poco después de esto, los detectives encargados del caso iniciaron una investigación a fondo sobre Theodore Robert Bundy.
Durante el otoño de 1975, los investigadores se pusieron en contacto con Elizabeth Kendall para recabar cualquier información que ella pudiera proporcionar sobre Ted. Pensaron que Elizabeth sabría mucho sobre los hábitos y la personalidad de Ted. Lo que descubrieron los investigadores de Kendall les ayudó de forma invaluable en el caso. Posteriores investigaciones arrojaron más evidencia que lo relacionaría con las otras víctimas.

El juicio
El 23 de febrero de 1976, Ted fue enjuiciado por secuestro en contra de Carol DaRonch. Bundy se sentó relajadamente en la sala de juicios, confiado en que habría de ser hallado inocente de los cargos en su contra. Creía que no había evidencia contundente para condenarlo, pero no podía estar más equivocado. No previó el impacto que tuvo la declaración de Carol DaRonch quién relató el drama que había vivido 16 meses atrás. Cuando le preguntaron si era capaz de reconocer a la persona que la había atacado, ella estalló en llanto mientras levantaba su mano y señalaba con su dedo al hombre que se había hecho pasar por el oficial Roseland. Las personas en la sala miraron a Ted, quien miró fríamente a Carol mientras ella lo señalaba. Posteriormente, Ted diría que no había visto a la mujer pero no tenía una coartada para confirmar su paradero el día del ataque.
El juez pasó el fin de semana revisando el caso antes de dar un veredicto. Dos días después encontró a Bundy culpable más allá de cualquier duda razonable de secuestro agravado. Ted Bundy fue sentenciado después el 30 de junio a cumplir una condena de uno a quince años en prisión con la posibilidad de salir bajo fianza.
Mientras estaba en prisión, Bundy fue sometido a una evaluación psicológica que la corte había solicitado con anterioridad. Los psicólogos descartaron que Bundy fuese psicótico, neurótico, víctima de una enfermedad cerebral orgánica, alcohólico, adicto a drogas, que tuviese un trastorno de la personalidad o que sufriese amnesia, y no mostraba signos de ninguna desviación sexual. Los psicólogos concluyeron que tenía una fuerte dependencia hacia las mujeres.
Mientras Bundy permanecía tras las rejas en la prisión de Utah, los investigadores comenzaron a buscar evidencia que lo conectara con los asesinatos de Caryn Campbell y Melisa Smith. De lo que Bundy no se dio cuenta fue que sus problemas legales estaban agravándose. Los detectives hallaron en el Volkswagen de Bundy cabellos que tras ser examinados por el FBI resultaron ser de Campbell y de Smith. Un examen posterior de los restos de Caryn Campbell mostraron que las impresiones en los huesos hechas por el instrumento con que fueron atacadas correspondían con gran precisión a la llave de cruz descubierta en el auto de Bundy un año antes. La policía de Colorado levantó cargos contra Bundy el 22 de octubre de 1976 por el asesinato de Caryn Campbell.
En abril de 1977, Ted fue transferido a la cárcel de condado de Garfield, en Colorado para esperar un juicio por el homicidio de Caryn Campbell. Durante la preparación de su caso, Bundy estaba cada vez menos satisfecho con su abogado. Creía que su abogado era inepto e incapaz y, eventualmente lo despidió. Bundy, con experiencia en leyes, creía que podía hacer un mejor trabajo y comenzó a trabajar en su propia defensa. Se sentía confiado y creía que el juicio terminaría a su favor. Estaba programado para el 14 de noviembre de 1977. Bundy tenía mucho trabajo que hacer. Se le dio permiso de dejar la celda para utilizar la biblioteca en Aspen, con la finalidad de investigar algunos datos.

El gran escape
El 7 de junio, durante uno de sus viajes a la biblioteca de la corte, Bundy se las arregló para saltar desde una ventana abierta, lastimándose el tobillo pero escapando exitosamente. No llevaba esposas ni cadenas en los tobillos, así que no llamó mucho la atención entre la gente de la población. El escape había sido planeado por Ted durante un tiempo. La policía estableció un rápido cerco en la ciudad. La policía lanzó una masiva búsqueda por tierra, usando perros y 150 personas con la esperanza de volver a capturarlo. Sin embargo, Ted fue capaz de eludirlos durante varios días.Mientras estuvo prófugo, Bundy se las arregló para vivir de la comida que robaba de las cabañas cerca de las camperas, durmiendo ocasionalmente en alguna que estuviese desocupada. Bundy sabía que lo que realmente necesitaba era un auto que lo ayudara a atravesar las barreras de la policía. Ted creía que estaba destinado a ser libre. Su suerte, sin embargo, no duró mucho ya que al tratar de abandonar Aspen en el auto robado fue descubierto por la policía.
De ahí en adelante se ordenó que portara siempre esposas y cadenas en las piernas cuando hacía su investigación en la biblioteca de Aspen. Sin embargo, Ted Bundy no era el tipo de hombre al que le gustara permanecer atado. Casi siete meses después, Bundy intentó escapar de nuevo, pero esta vez fue mucho más exitoso. El 30 de diciembre, él se coló sobre el techo falso de la cárcel del condado de Garfield y llegó a otra parte del edificio. Se las arregló para hallar otra abertura y bajó a un closet en la zona de los custodios. Esperó hasta que el lugar estuvo completamente vacío y después salió caminando con paso casual hacia su libertad. Lo peor de todo es que nadie se dio cuenta de su fuga hasta la tarde siguiente, quince horas después. Bundy ya se encontraba en Chicago. Atravesó Estados Unidos en busca de una ciudad universitaria en la que establecerse, pues sólo en los ambientes académicos parecía sentirse cómodo. Pensó en Columbus y en el campus del estado de Ohio, y echó un vistazo a la Universidad de Michigan, a Ann Arbor, pero finalmente fue en Florida donde se estableció. Para mediados de enero de 1978, Ted Bundy, usando el recientemente adquirido nombre de Chris Hagen, se había instalado confortablemente en un apartamento de una sola pieza en Tallahassee, Florida.
Bundy disfrutó su recién recuperada libertad en un lugar donde se sabía poco o casi nada de él y su pasado. Bundy estaba estimulado por la inteligencia y la juventud y se sentía confortable en su nuevo ambiente cerca de la Universidad Estatal de Florida. Pasó mucho de su tiempo libre caminando por el campus, colándose de vez en cuando en las clases sin ser notado y escuchando conferencias. Cuando no estaba vagando alrededor del campus, pasaba el tiempo en su apartamento mirando una televisión que había robado. El robo se convirtió en una segunda naturaleza para Bundy. Prácticamente todo lo que había en su apartamento era robado, incluyendo la comida, que era comprada con tarjetas de crédito robadas. Bajo aquellas circunstancias, Bundy parecía tener suficientes cosas materiales para estar contento. Lo que no tenía, y lo que extrañaba más era algo de compañía.

Cadena de horrores
Su penúltimo ataque fue devastador. Durante las primeras horas del 15 de enero de 1978, vestido con ropa oscura y armado con una cachiporra, aprovechó una cerradura defectuosa en la puerta del Colegio Mayor Femenino Chi Omega.
A las 3 de la mañana, Nita Neary fue llevada por su novio a la casa de la hermandad tras haber asistido a una fiesta en el campus. Al llegar a la puerta, notó que estaba abierta de par en par. Poco después de haber entrado al edificio, oyó que algo se movía, como si alguien estuviese corriendo en las habitaciones de arriba. Súbitamente, escuchó pasos aproximándose a la escalera cerca de ella y se escondió tras una puerta, lejos de su vista. Vio como un hombre con una gorra tejida azul calada hasta los ojos, sosteniendo un trozo de madera envuelto en tela caminaba por la habitación, luego corría escaleras abajo y dejaba el cuarto. El primer pensamiento de Nita fue que un ladrón había entrado a la casa de la hermandad. Inmediatamente corrió escaleras arriba para despertar a su compañera de habitación, Nancy. Nita le habló del extraño hombre que había visto abandonando el edificio. No muy segura de qué hacer, las chicas fueron a la habitación de la portera. Antes de poder llegar, se toparon con el espectáculo de sangre de Bundy. Histérica, Nancy corrió hacia el teléfono y llamó a la policía.
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Nita Neary |
La policía encontró a dos chicas muertas en sus habitaciones, tendidas en sus camas. Alguien las había atacado mientras dormían. Lisa Levy fue la primera chica que los oficiales hallaron muerta. Los patólogos que realizaron la autopsia posteriormente hallaron que había sido golpeada en la cabeza con una rama, violada y estrangulada. Tras un examen posterior, hallaron marcas de mordeduras en los glúteos y en uno de sus pezones. De hecho, el pezón de Lisa había sido mordido tan fuertemente que estaba prácticamente separado del resto del pecho. También había sido atacada sexualmente con una botella de spray.
Lisa Levy |
Bundy se dedicó a destruir los cráneos de las estudiantes que dormían. En una de las habitaciones golpeó con tal fuerza a sus víctimas que salpicó y manchó de sangre todo el dormitorio; las gotas esparcidas incluso llegaron al techo. No consiguió matarlas, pero le rompió la mandíbula, el brazo derecho y un dedo a Karen Chandler, además, le fracturó el cráneo, la órbita del ojo derecho y los dos carrillos, infligiéndole además profundos cortes en la cara. A su compañera de habitación, Kathy Kleiner, que seguía durmiendo, le golpeó en la mandíbula con tal fuerza que varios de sus dientes se encontraron después entre las sábanas manchadas de sangre.
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Kathy Kleiner | Karen Chandler |
Margaret Bowman |
Mientras volvía a la seguridad de su habitación, Bundy hizo una parada frente al apartamento de Cheryl Thomas, estudiante de danza de veintiún años de edad, que estaba dormida en su cama. Consiguió entrar, le destrozó la mandíbula de varios porrazos, dejó la media que usaba para cubrirse, una gran mancha de semen en la cama ensangrentada y escapó a toda prisa. Cheryl Thomas no murió, pero perdió permanentemente la audición en un oído y parcialmente el sentido del equilibrio, lo que puso fin a su carrera de bailarina.
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Cheryl Thomas |
El 9 de febrero de 1978, convenció a Kimberly Leach, una niña de doce años de edad, para que saliera del patio de su colegio. El único testigo del acontecimiento fue una amiga suya de nombre Priscila, quien la vio subirse a la camioneta de un hombre, pero no pudo aportar mayores datos del color o tipo de vehículo. Hallaron el cuerpo de Kimberly ocho semanas después en un parque estatal en el condado de Suwanee, en Florida. El cuerpo de la joven proporcionó poca información debido al avanzado estado de descomposición. Sin embargo, la policía halló más tarde la evidencia que necesitaban en una van conducida por Ted Bundy.
Kimberly Leach |
Unos poco días antes de que Kimberly Leach desapareciera, un extraño hombre en una van blanca se aproximó a una chica de catorce años mientras que ella esperaba a que su hermano la recogiera. La chica, advertida por su padre, un oficial de policía, de que no debía hablar con extraños, se sintió incomoda ante las preguntas y avances de aquel hombre. Ella pareció aliviada cuando vio venir a su hermano. Sospechando del hombre, lo siguieron y anotaron el número de la placa para dárselo a su padre. Tras escuchar del extraño en la van blanca, el detective James Parmenter hizo que la placa fuese revisada. Se dio cuenta que pertenecía a un hombre llamado Randall Ragen, y decidió hacerle una visita. Ragen informó al detective que sus placas habían sido robadas y que había solicitado una nuevas. El detective supo también que la camioneta que habían visto sus hijos estaba reportada como robada. Decidió llevar a los niños a la estación de policía para enseñarles un montón de fotografías. Ambos chicos reconocieron al hombre de la camioneta como Ted Bundy.
Tras deshacerse de la camioneta, Bundy se dirigió a Pensacola en otro auto robado. Esta vez eligió un vehículo que le resultaba más familiar: Un volkswagen sedán. El oficial David Lee estaba patrullando el área en el oeste de Pensacola cuando vio un Volkswagen anaranjado a las 10 de la noche del 15 de febrero. Conocía el área bien y a la mayor parte de los los residentes, y nunca había visto aquel auto. El oficial Lee decidió hacer un chequeo de las placas y pronto halló que eran robadas. Inmediatamente, puso sus luces altas y comenzó a seguir el Volkswagen. Bundy finalmente había sido apresado.

Los juicios
Theodore Robert Bundy enfrentaba dos juicios por homicidio. Su primer juicio comenzó el 25 de junio de 1979 en Miami, Florida. El caso se centraba en los brutales ataques en la hermandad Chi Omega. El segundo juicio tendría lugar en enero de 1980 en Orlando, Florida, donde ted sería juzgado por la muerte de Kimberly Leach. Ambos juicios habrían de tener resultados poco favorables para Ted. Sin embargo, sería el caso de la hermandad Chi Omega el que sellaría su destino para siempre.
La apertura del juicio de los asesinatos en la casa Chi-Omega despertó un enorme interés del público. Después de todo, Ted era sospechoso de haber cometido al menos treinta y seis homicidios en cuatro estados y su solo nombre evocaba imágenes de pesadilla a miles, tal vez millones de personas alrededor del mundo. Lo consideraban la reencarnación del mal, un monstruo, el demonio y otras cosas por el estilo. Sus asesinatos provocaron los juicios más publicitados de la década. Durante el juicio, Ted fue su propio abogado defensor. Confiaba en sus habilidades y creía que podía conseguir un resultado favorable. El jurado estaba compuesto, en su mayor parte, por afroamericanos. Tras iniciar los alegatos, pronto fue evidente que Ted estaba peleando una batalla perdida de antemano.
Hubo dos eventos en el juicio que predispusieron al jurado en contra de Ted. El primero fue el testimonio de Nita Neary de lo que vio la noche de los asesinatos. Mientras declaraba, ella apuntó a Ted como el hombre que había visto huyendo escaleras abajo y que salió por la puerta de la casa Chi-Omega. El segundo evento fue el testimonio del odontólogo Richard Souviron.
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It's him. |
En el estrado, el Dr. Souviron describió las marcas de las lesiones por mordedura halladas en el cuerpo de Lisa Levy. Mientras hablaba, mostró al jurado fotografías ampliadas de las marcas por mordedura tomadas la noche del asesinato. El odontólogo señaló las marcas únicas dejadas en la piel de la víctima y las comparó con los dientes de Ted Bundy. Tras esto, no quedó duda alguna de que Ted había dejado esas marcas en la piel de la chica muerta, relacionándolo directamente con el asesinato.
El 23 de julio, Ted esperó en su celda a que el jurado deliberase sobre su culpabilidad o inocencia. Tras casi siete horas, regresaron a la sala con un veredicto. Sin mostrar emoción alguna, Ted escuchó “culpable”. En todas las muertes de la casa Chi-Omega, fue hallado culpable más allá de cualquier duda razonable. En el estado de Florida, es costumbre que se realice un juicio separado para definir la sentencia. Este juicio tuvo lugar una semana después, el 30 de julio ante el mismo jurado que lo había hallado culpable. En la breve audiencia, la madre de Ted testificó y rogó por la vida de su hijo con lágrimas en los ojos. Ted tuvo también la oportunidad de dirigirse a la corte y tratar de refutar la recomendación de la fiscalía sobre la pena de muerte. El juez Cowart, quien se encargó de ambos juicios, emitió su juicio final tras escuchar la declaración final de Ted. Él avaló la recomendación del jurado y dictó la pena de muerte por duplicado por los asesinatos de Margaret Bowman y Lisa Levy. El método de ejecución sería la silla eléctrica.
Tras muchos retrasos, el juicio por el asesinato de Leach comenzó en Orlando, Florida el 7 de enero de 1980. Esta vez, Ted decidió no representarse a sí mismo, y dejó la responsabilidad de la defensa a los abogados Julius Africano y Lynn Thompson. Su estrategia fue declararlo no culpable por insania, una estrategia riesgosa pero que consistía en uno de los pocos recursos aún disponibles para la defensa. Parecía obvio que la pose de confianza de Ted comenzaba a venirse abajo, probablemente porque se había dado cuenta de que había perdido ya la guerra y esta batalla legal no haría gran diferencia en su destino final. No había la menor duda de que el aspecto que Ted ofrecía era francamente desolado. El asistente del fiscal del estado Bob Dekle presentó sesenta y cinco testigos que conectaban a Ted directa o indirectamente con Kimberly Leach el día de su desaparición. Exactamente un mes después de la apertura del juicio, el juez Wallace Jopling pidió al jurado que deliberase. El 7 de febrero, tras menos de siete horas de deliberación el jurado encontró a Ted “Culpable”. El veredicto fue seguido inmediatamente por manifestaciones de júbilo del equipo de la fiscalía y de sus colaboradores.
El 9 de febrero marcó el segundo aniversario de la muerte de Kimeberly Leach. También fue el día en que el juicio de sentencia inició. Durante la última fase del juicio, Ted produjo una enorme conmoción en la sala cuando entrevisto a la testigo de la defensa Carole Ann Boone. Durante el interrogatorio de Carole, ambos tomaron a todos con la guardia baja al intercambiar votos nupciales. De acuerdo a la ley de Florida, la promesa verbal hecha bajo juramento es suficiente para sellar el acuerdo y los dos se hallaban oficialmente casados. Poco después, el novio fue sentenciado a muerte en la silla eléctrica por tercera vez en menos de un año. Él tendría que pasar su luna de miel solo en el pasillo de la muerte en la penitenciaría de Raiford, en el estado de Florida. El fruto de las visitas conyugales (frecuentes hasta su separación en 1986) fue una hija que permanece actualmente en el más estricto anonimato.

La hora final
Ted se negó a darse por vencido y creía que todavía tenía oportunidades de pelear para salvar su vida. En 1982, consiguió un nuevo abogado y apeló al veredicto del juicio de la casa Chi Omega ante la Suprema corte de Florida. Sin embargo, dicha apelación no fructificó. Poco después de que la corte negara un nuevo juicio, Ted decidió apelar el veredicto del juicio de Kimberly Leach. En mayo de 1985, su petición fue nuevamente denegada. Sin embargo, él continuó peleando y en 1986 contrató un nuevo abogado para que le ayudara a evadir la pena de muerte. La fecha de ejecución de Ted fue inicialmente programada para el 4 de marzo de 1986. Sin embargo, su ejecución fue pospuesta mientras que su nuevo abogado defensor, Polly Nelson, trabajaba en las apelaciones para las anteriores sentencias de muerte.
Poco antes de su ejecución, Ted decidió confesar más crímenes al investigador en jefe del fiscal en jefe del estado, el Dr. Bob Keppel. Ted había asistido temporalmente a Keppel en su cacería el asesino de río verde a mediados de los ochenta y confiaba en él inmensamente. Keppel fue a ver a Ted en una entrevista en la prisión, armado solamente con su grabadora y lo que escuchó Keppel lo impresionó. Keppel se enteró por boca del mismo Ted Bundy que con frecuencia guardaba algunas de las cabezas de sus víctimas en su casa como trofeos. Sin embargo, lo más sorprendente era que Ted efectuaba actos de necrofilia con los restos de sus víctimas.
Fue una compulsión que llevó a la muerte de muchas mujeres, algunas de las cuales no han sido identificadas por los investigadores, o no se le achacaron a Bundy. Rule y Keppel sostienen en sus libros que Ted es probablemente responsable de las muertes de al menos un centenar de mujeres, contra la cifra oficial que es de 36. Cualquiera que sea el número, el hecho es que nadie sabrá con precisión cuántas víctimas cayeron bajo las garras de Ted.
El 23 de enero de 1989, Bundy habló por teléfono por última vez con su madre, Louise. Ella lloró pero le dijo que él siempre sería su amado hijo. No quiso estar presente en la ejecución.
El día de su ejecución, tuvieron que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Lo raparon como la ley exigía. Pidió permiso para ir al baño, pues había escuchado que los condenados se orinaban y defecaban encima al recibir la corriente eléctrica. Como los guardias se mostraban reacios, un sacerdote pidió que se cumpliera la última voluntad del condenado; así hicieron los guardias. Bundy pudo ir al baño y salvar así su dignidad.
Finalmente, el 24 de enero de 1989, aproximadamente a las 7 de la mañana, la memoria de Ted de sus atrocidades sería quemada para siempre en la silla eléctrica. Fuera de las paredes de la prisión había cientos de curiosos y representantes de los medios esperando la noticia de la muerte de Ted. Tras la declaración del vocero de la prisión de que Ted estaba oficialmente muerto, gritos de alegría se dejaron escuchar de una multitud jubilosa y soltaron fuegos artificiales. Poco después, un vehículo salió de la prisión con los restos de uno de los asesinos seriales más notorios de todos los tiempos. Y mientras el vehículo se acercaba al crematorio, las personas aplaudían por el fin de la pesadilla viviente que era Ted.
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Ted Bundy | Dr. Bob Keppel |
Fue una compulsión que llevó a la muerte de muchas mujeres, algunas de las cuales no han sido identificadas por los investigadores, o no se le achacaron a Bundy. Rule y Keppel sostienen en sus libros que Ted es probablemente responsable de las muertes de al menos un centenar de mujeres, contra la cifra oficial que es de 36. Cualquiera que sea el número, el hecho es que nadie sabrá con precisión cuántas víctimas cayeron bajo las garras de Ted.
El día de su ejecución, tuvieron que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Lo raparon como la ley exigía. Pidió permiso para ir al baño, pues había escuchado que los condenados se orinaban y defecaban encima al recibir la corriente eléctrica. Como los guardias se mostraban reacios, un sacerdote pidió que se cumpliera la última voluntad del condenado; así hicieron los guardias. Bundy pudo ir al baño y salvar así su dignidad.
Finalmente, el 24 de enero de 1989, aproximadamente a las 7 de la mañana, la memoria de Ted de sus atrocidades sería quemada para siempre en la silla eléctrica. Fuera de las paredes de la prisión había cientos de curiosos y representantes de los medios esperando la noticia de la muerte de Ted. Tras la declaración del vocero de la prisión de que Ted estaba oficialmente muerto, gritos de alegría se dejaron escuchar de una multitud jubilosa y soltaron fuegos artificiales. Poco después, un vehículo salió de la prisión con los restos de uno de los asesinos seriales más notorios de todos los tiempos. Y mientras el vehículo se acercaba al crematorio, las personas aplaudían por el fin de la pesadilla viviente que era Ted.

"Los asesinos en serie somos sus hijos, sus esposos y estamos en todas partes"